domingo, 26 de julio de 2009

El Naufragio

La vida es en sì misma y siempre un naufragio. Naufragar no es ahogarse. El pobre humano, sintiendo que se sumerge en el abismo, agita los brazos para mantenerse a flote. Esa agitaciòn de los brazos con que reacciona hacia su propia perdiciòn es la cultura -un movimiento natatorio - . Cuando la cultura no es mas que eso, cumple su sentido y el humano asciende sobre su propio abismo. Pero diez siglos de continuidad cultural traen consigo entre no pocas ventajas, el gran inconveniente de que el hombre se cree seguro, pierde la emociòn del naufragio y su cultura se va cargando de obra parasitaria. Por eso tiene que sobrevenir alguna discontinuidad que renueve en el hombre la sensaciòn de perdimiento, sustancia de su vida. Es preciso que fallen en torno de èl todos los instrumentos flotadores, que no encuentre nada a que agarrarse. Entonces sus brazos volveràn a agitarse salvadoramente.

La conciencia del naufragio, al ser la verdad de la vida, es ya la salvaciòn. Por eso yo no creo màs que en los pensamientos de los nàufragos. Es preciso citar a los clàsicos ante un tribunal de nàufragos para que allì respondan ciertas preguntas perentorias que se refieren a la vida autèntica.

Josè Ortega y Gasset
Goethe desde dentro.

Pintura: La balsa de la Medusa, por Theodore Géricault

3 comentarios:

Daniel Marcelo dijo...

yo creo que.. ser, pensar y actuar como naufrago, aparte de ser muy divertido , permite abrir tu visiòn y apreciar el mundo y sus posibilidades con los ojos de un niño, facilitando la innovaciòn, la renovaciòn y el disfrute de cada instante. Creo que todas las personas deberìamos darnos un tiempo dìa a dìa para convertirnos en naufràgo y dejar de ser un robot màs inmerso en la ciudad.

Paulino Ordóñez dijo...

De vez en cuando viene bien estar a la deriva, estoy de acuerdo... ¡a mover esos brazos!

También actualicé mi blog, a ver qué te parece mi entrada más nueva. Saludos.

martin dijo...

Sólo tres cosas llevaría
a una isla desierta,
en mil naufragios intentaría
perderlas.

"Robinson"
Enrique Bunbury